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miércoles, 26 de marzo de 2008

VOLVER PARA CONTARLO

El agua es cristalina, pero no tan cálida como dicen… “las cálidas aguas del Mediterráneo”. El sol abrasa y lastima la piel, hiere los labios y las manos, el resto del cuerpo está cubierto con ropas, pero las manos están siempre ocupadas, haciendo de visera al sol, secando el sudor con las mangas, ayudando a incorporar a un compañero, dando de comer lo poco que queda, remando.
Ya hace diez horas que estamos en esta balsa y faltan aún muchas más, breve rato si estamos en casa cómodos, durmiendo o jugando con los niños, pero infinitamente eterno si de ello dependen nuestros cuerpos lacerados, nuestros recuerdos torturados, nuestro futuro.
Somos doce, ocho varones, dos mujeres y dos niños, distintas edades, pero mucho en común, pobres, negros, musulmanes. Nuestro continente nos expulsa, ya no nos contiene, morimos de hambre, de fiebres, de sida.
Fuimos afortunados alguna vez, en una tierra extensa, sabia en historia y en frutos, hoy reseca de pobreza, enferma de incomprensión, plagada de despojos.
Mis abuelos cultivaron la tierra, vivieron con lo que ella les daba, compartieron su vida en la aldea y criaron seis hijos, sólo dos murieron, los demás crecieron fuertes y tuvieron hijos, en otras aldeas. Mi padre murió trabajando en las minas, mi madre murió de vieja a los cincuenta años. Yo tengo veintidós y no quiero morir, no elegí mujer aún y me gustaría hacerlo. Mi hermana me dio un sobrino, un niño demasiado pequeño e indefenso, que murió sobre su vientre sin abrir los ojos al mundo. Ella no quiso venir con nosotros, su hombre tampoco quiso. Somos pocos los que lo intentamos.
La mujer que está a mi lado no deja de llorar desde que la balsa salió al mar, tampoco deja de rezar, no duerme, no come, sólo llora y reza. Es joven pero viaja sola, perdió a su hombre y su hijo no quiso acompañarla. Recuerda que hace mucho tiempo su hermano cruzó estas aguas, jamás supo nada de él.
Qué imagina esta mujer? Encontrar a su hermano? Conseguir un trabajo, un hombre a quien cuidar, un hogar? O ser maltratada en una lengua desconocida? Trabajar sin ver la luz del día, comiendo sobras, durmiendo en el piso. Imagina no morir en su tierra?
Nadie imagina lo que no conoce. Nadie volvió para contarlo.



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