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lunes, 5 de mayo de 2008

Necesidad de escribir, de decir. Se puede decir sin palabras? Imposible escribir.
Ideas con palabras claras.
Claridad de la noche con luna o grises de un día nublado? Cuándo se ve mejor?
Diferentes conversaciones se superponen, voces agudas, graves, palabras esdrújulas. Sentidos mínimos de instantes. Recuerdo de algo repentino, se desvanece con la palabra. Qué palabra escoger?
cuál mejor? Cada ser humano tiene su palabra, no es su nombre.
El nombre es público, no íntimo. La palabra es del alma, como la música.
Hay palabras alegres. Hay gestos que entristecen.
Un afiche dice la palabra clave, impone una necesidad. Alguien responde.
El altoparlante del andén no dice a qué tren hay que subir, el aire deforma los sonidos, los sentidos.
Un grito alerta más que una sirena.
Ulises no enloqueció porque no escuchó. Qué fue de sus ingenuos navegantes?
En un mar de palabras, lograríamos entendernos? o nos ahogaríamos? Los hombres rudos, de pocas palabras, se vinculan a los mares y a las montañas. Voces de la Tierra, ríos subterráneos, volcanes, cascadas, ecos.
Nombramos a las cosas para conversar con éllas. Escribimos para comunicarnos con nuestro yo, que piensa en mil idiomas, que usa mil palabras.
La palabra escrita es superlativa, dice por encima de lo dicho. Sin embargo, para que el decir cobre sentido, hay que tener la palabra justa.

2 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

muy interesante cuento, el nombre verdadero es secreto, probablemennente las sirenas lo sabían y por eso los que las escuchaban, perdían la razón.

saludos

malena dijo...

La palabra escrita es tan superlativa que, a veces cobra vida propia...