Bajo en picada, por una oscura carretera repleta de curvas, entro en la primer curva, sigo, acelero, agarro la segunda, acelero más aún, por fin una recta, y allí me detengo, delicadamente, sobre su cuello, salpicado de negros cabellos que huelen a pasto recién cortado, refrescante, y a la vez agreste.
Confundo el paisaje con su rostro, sombras aquí y allá, en los claros puedo ver su sonrisa reflejando soles dorados. Aumento la velocidad, y así, raudo, me acerco a su boca, un abismal pavor me invade. Imprescindible desviarme hacia sus ojos, espejos oscuros que jamás dejaron de acecharme. Decidí detenerme allí y mansamente contemplarla.
Una vez más mi desconcierto, árboles, espesura, verdes brillos de ojos negros, senda oscura de cabellos húmedos, ramas sin pájaros, aliento a pasto. Mi corazón late fuerte, aceleré en la curva, y perdí el rumbo.
Cautivado por su influjo, me arrojé ciego dentro de su boca. Los sonidos del bosque me devoraron.
(sencillo homenaje a Baricco)
1 comentario:
Cada día me gustan más tus historias!!
FELIZ CUMPLEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!
besotes!
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