Ellas
Estaba oscuro, sin embargo no era de noche, ni de día.
Estaba tibio, con la tibieza sutil del contacto físico,
un eco lejano de río, de aguas claras,
me acunaba.
Abrí mi ojos y las ví, a éllas, naturalezas femeninas internándose en
la espesura, cual corrientes marinas en el centro de la tierra.
Pieles tersas, luminosas, entrelazadas en sueños antiguos.
Sonrisas del recuerdo. Miradas de encuentro.
Una a una, y todas a la vez, rememoraron aquel instante de
gestación prístino, aquel momento inmaculado,
cuando la oscuridad parió la luz,
cuando la singularidad se hizo plural.
Estaban allí, éllas
y yo.
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