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jueves, 25 de agosto de 2011


Un hasta mañana

Cinco días para sentirse triste, y cinco más o diez… no equilibran quince largos años de alegrías, compañía y felicidad genuina.
Los animales tienen el don de amar incondicionalmente, sin ataduras de ningún tipo, sólo aman sin pedir nada a cambio, así como juegan sin esperar resultados, a igual que los niños. Nosotros los humanos adultos, en cambio, necesitamos rótulos, roles y finalidades, por eso digo que el Chinito fue mi hermano, mi compañero, mi hijo, mi amigo, a veces uno de éllos y otras fue varios a la vez, pero él no supo de estas cuestiones sólo me quiso con todo su amor ingenuo y generoso.
Me acompañó en situaciones muy difíciles del mejor modo, estando allí junto a mí. También yo supe ser su compañera fiel.
Pienso en cuál es el sentido de la muerte y me surge así el sentido de la vida, tan cierto que no hay uno sin otro. Su partida me ayuda a recordar que nada es estanco, que todo, todo está en movimiento siempre, así crecemos, así nos nutrimos.
Ya lo dijo Próspero: “Estamos hechos de la misma materia que los sueños”.
Es pronto para que el Chinito sea recuerdo, aún es presencia, y sueños. Hay un huequito tibio en el sillón, huellas de patas en la pared y la pelota mordida en el jardín. Estoy transformando mi llanto incontrolable en una tenue sonrisa, al pensarlo lo veo y lo siento junto a mí.
Imaginarnos inmateriales nos resulta casi inconcebible, sin embargo somos energía pura y la materia es apenas un modo de organización de esa energía, pero no aprendimos aún a sentir sin ver, sin tocar.
Sólo quiero sentir sintiendo… que él está aquí conmigo ahora.
Así es.
Hasta mañana amigo, me voy a dormir que es tarde.

jueves, 11 de agosto de 2011

CIELOS PATAGONICOS



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