IMPENETRABLE

Bajó de un moderno Mercedes negro, iba al volante. Un hombre trajeado le abrió las puertas, y como una sombra oscura, ella se deslizó dentro de la tienda. Caminó directo al mostrador de lencería perdiéndose sutilmente entre sedas, encajes y amplios escotes morados y plata, el hombre trajeado la seguía marcando distancia, guardando silencio. Sus manos cuidadas asomaron audazmente entre las mangas de su burka negra, tan impenetrable y negra como la noche jordana. Pude entrever unos dibujos tatuados en sus muñecas junto a unas delgadas cadenitas de oro, todo un detalle. Ella se decidió al fin por un conjunto sensual de talla ajustada y azules provocativos, recién allí intervino el hombre de traje quien envolvió la compra en delicados papeles de seda, controló su tarjeta dorada y aceptó el pago. La mujer volvió sigilosa sobre sus pasos, y sin pronunciar palabra, subió a su auto y se marchó. Durante todo el ritual permanecí a un costado, jugando a mirar sin comprar, preguntándome cómo se verá esta noche la dama de negro entre azules y dorados.