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miércoles, 13 de mayo de 2009

El paisa Evaristo – Historias de Patagonia

Cincuentón, con voz aflautada de tía solterona. Manos cuidadas, anillos con pedrería. Bombacha fashion con guarda tejida mapuche. Timbos de trekking, gastados pero cuidados. Camisa de bambula verde manzana y pañuelo al cuello. Casaca de telar al tono. Chambergo de paño verde. Todo una paquetería.
Nativo de Los Repollos, trece hermanos. Su abuela, nieta de cacique mapuche, crecida a orillas del Huapi. Su abuelo, extranjero, quedó prendado de la indiecita. Ellos, sus padres, él y sus trece hermanos, pioneros de Los Repollos.
Él es agente sanitario voluntario, todo un RRPP, tiene amigos aquí y allá, de Patagonia a los confines del mundo. Recibe regalos de todos ellos y los exhibe con orgullo, como su pañuelo de cuello de seda regalo de un tano de visita, o la piedra de unos de sus anillos, traída expresamente desde Firenze.
Acompañado por su sobrina, hija de la Berta (igualita a la madre) y recién llegada de la ciudad, más un paquete con comida en los brazos, subió al colectivo donde todos lo saludaron, rumbo a casa de amigos a festejar el Día de la Virgen. Luego irá, según cuenta, hasta el correo del pueblo a buscar una encomienda llegada de Austria, regalo de uno de esos tantos amigos viajeros que él cultiva.
Hablador, siempre atento, simpático, istriónico, gusta llamar la atención, pero por sobre todo, ser querido y festejado.
Cuenta que está preocupado por su yegua Rayito, a la que hay que curarle las manos. Sabe cuidar del campo, limpiar la maleza y disfrutar de la fresca sombra de los abedules.
Llegamos a la curva y allí se bajan, antes que el colectivo pegue la vuelta por el mallín, no sin antes saludar a todos, deseándoles un feliz día de la virgen madre.
Su sobrina lo sigue por la cuesta, y se pierden entre las retamas.


La muñeca que hablaba

La muñeca repetía
incansable sin sentido
“te quiero mucho te quiero mucho te quiero mucho”
tantas veces como tirara de la piola
a tal punto que llegaban a fundirse las palabras
confundiéndose sin más
“romuchote chotequie tequiecho”
era un sentimiento?
éso era amor?
trastornado incompleto tirado por hilos
se hizo balbuceante
hasta que dejó de oírse.
Al fin muda
silenciosa la muñeca
quedó olvidada en un rincón.
Viviana se llamaba.



bOteLLaS y
CacHaRRoS